Por Jeff Bentley
La agricultura y la alimentación van mano en mano, tal como el escribir y leer, o como contar un chiste y reírse. AGRECOL Andes, una ONG boliviana, aprecia el vínculo entre la agricultura y la alimentación. Durante sus veinte años de enseñar la agroecología, AGRECOL se dio cuenta de que los agricultores cultivarían más alimentos orgánicos si más gente los comprara, y los comiera.
En una encuesta hecha a los compradores de Cochabamba, casi la mitad (46%) dijo a AGRECOL Andes que quería comer alimentos ecológicos, pero sólo el 15% sabía dónde comprarlos. Por eso, lanzó recientemente la campaña «Come rico, come natural, come sin químicos», en un acto en la Casa Departamental de Culturas, el gran salón histórico de la Gobernación de Cochabamba, en coordinación con las autoridades locales.
La Lic. Roxana Castellón, de AGRECOL, explicó que la mayoría de los cochabambinos no se dan cuenta de que su comida está contaminada con residuos de químicos. No entienden que todo el pan de Cochabamba tiene bromato (un carcinógeno), o que sus tomates han sido fumigados con insecticidas muchas veces. Dice que la mayoría de las personas que buscan productos ecológicos lo hacen después de una crisis de salud, especialmente tras ser diagnosticados de cáncer o alguna otra enfermedad grave.
En muchos países del norte, los alimentos ecológicos son más fáciles de conseguir, y mucha gente está dispuesta a pagar por ellos. En Bolivia, como en gran parte del Sur Global, la certificación orgánica es escasa. Para compensar la falta de certificación oficial, los agricultores asociados a AGRECOL Andes usan un sistema participativo de garantía (SPG). Para remediar la falta de mercados de alimentos ecológicos, AGRECOL también entrega alimentos de algunos de sus agricultores agroecológicos a algunos inscritos en un grupo de WhatsApp.
Existen un sinfín de agricultores sin certificación que se declaran a sí mismos ser ecológicos. Algunos no avisan que sus alimentos son ecológicos, pero otros van creando estrategias propias para ganar la credibilidad de sus clientes. Éstos agricultores venden en ferias populares (callejeras) y normalmente reciben el mismo precio que cualquier otro productor. AGRECOL Andes para esta campaña, quiere visibilizarlos para que los consumidores los encuentren más fácilmente. Involucraron a las directivas de las ferias y a otros productores autodeclarados ecológicos para hacerse un aval entre pares y luego pondrán letreros y toldos distintivos para identificarlos en 7 ferias populares.
Esta campaña actual sobre la comida rica y saludable usará la prensa y las redes sociales para animar a los compradores a acudir a los mercados que venden alimentos agroecológicos.
AGRECOL terminó el acto con una merienda. Muchos eventos incluyen un bocadillo, donde los camareros permanecen invisibles tras las bandejas de masitas pegajosas. Pero en esta reunión, Roxana hizo algo que nunca había visto antes: invitó a la cocinera al micrófono. Con una boina verde brillante, Erika, del Movimiento de Comida Consciente, dijo que hacía sus hamburguesas con tarwi del Lago Titicaca y que la salsa era de miso de soya orgánica. El snack se había convertido en algo más que un placer; era una lección viva.
Los consumidores pueden elegir comer mejor, al igual que los agricultores pueden elegir cultivar de forma ecológica. Pero para ello, tienen que encontrarse y conectarse.
Publicación original: https://www.agroinsight.com/blog/?p=4942